Las babosas necesitan un ambiente húmedo para sobrevivir, reproducirse y desplazarse. El 90% de la población de babosas puede ser encontrada en el suelo. Solo un 10% sale de noche para
alimentarse con material vegetal.
La mayoría de las babosas son hermafroditas, por lo que poseen órganos sexuales masculinos y femeninos. Ponen sus huevos en grupos de 15 a 50 en la tierra o debajo de residuos
vegetales. Bajo condiciones favorables, estos huevos eclosionan inmediatamente. Bajo condiciones desfavorables no eclosionarán por un periodo largo, hasta que las condiciones mejoren.
Normalmente hay 2 generaciones de babosas por año. Sin embargo, en veranos húmedos puede haber más generaciones.
Dependiendo de la especie, las babosas adultas pueden medir de 30 a 150 mm de largo.
Las babosas pueden devorar el equivalente a la mitad de su peso corporal en 24 horas. El daño que causan puede ocurrir encima o bajo el suelo.
El daño puede ser dividido en 4 clases:
En cultivos jóvenes, ahuecan semillas, manchan hojas con su secreción mucosa y se alimentan con raíces y plantas nacientes.
En cultivos más viejos, dañan flores, tubérculos y raíces, dando como resultado una reducción de calidad.
El daño favorece la entrada de enfermedades.
La secreción mucosa, especialmente en cultivos de flores y lechugas también da como resultado una pérdida de calidad.