La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) es una de las plagas más dañinas para los pinos y otras coníferas. Esta plaga es exclusiva de zonas donde predominan especies como Pinus nigra, Pinus sylvestris y Pinus halepensis, entre otras. Los adultos emergen en verano, desde junio hasta septiembre, depositando huevos en las acículas de los árboles. Tras 30 días, los huevos eclosionan y las larvas comienzan a alimentarse de los brotes tiernos, debilitando gravemente a los árboles.
Durante el otoño e invierno, las larvas, con su comportamiento gregario, forman bolsones en las ramas más soleadas, donde se protegen del frío. En primavera, descienden del árbol en fila, característica que les da su nombre, para enterrarse y completar su ciclo en el suelo.
El control biológico de la procesionaria del pino es una alternativa eficaz y sostenible frente a métodos químicos tradicionales, permitiendo reducir las poblaciones sin perjudicar al medio ambiente ni a otros organismos beneficiosos. Las principales estrategias son:
Bacillus thuringiensis (Bt): Este bioinsecticida es uno de los métodos más utilizados. Aplicado en la etapa inicial del desarrollo larvario (otoño), Bacillus thuringiensis es ingerido por las orugas, provocando su muerte al dañar su sistema digestivo. Es seguro para el entorno y otros organismos.
Depredadores y parasitoides:
Nematodos entomopatógenos: Los nematodos del género Steinernema feltiae se aplican directamente en los bolsones durante el invierno o en el suelo donde las larvas se entierran. Penetran en el cuerpo de las orugas y liberan bacterias que las eliminan de manera natural.
El control biológico de Thaumetopoea pityocampa ofrece importantes ventajas frente a los tratamientos químicos:
El éxito del control biológico depende de una correcta implementación:
El control biológico de la procesionaria del pino es una herramienta esencial para proteger los pinos y conservar los ecosistemas forestales. Al combinar métodos como el uso de Bacillus thuringiensis, la acción de aves insectívoras y nematodos entomopatógenos, es posible gestionar esta plaga de manera eficaz y respetuosa con el medio ambiente.
Adoptar soluciones biológicas no solo preserva la salud de los árboles, sino que también impulsa un equilibrio natural en los pinares, evitando los riesgos asociados a tratamientos químicos y asegurando un futuro más sostenible.